Elaine Feliz ¿A qué edad envejecemos?

 
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Según la ciencia, envejecemos biológicamente de manera natural cuando nuestras células dejan de regenerar los tejidos por oxidación, por lo que comenzamos a ver arrugas, canas, y nuestro cuerpo va dejando rastros de la experiencia vivida. Esto corresponde a una parte evidente física; pero no abarca la reingeniería mental que no se ve a simple vista, que define nuestra expresión con el mundo que nos rodea y que nunca envejece si estamos conectados con nuestras emociones (que incluye las heridas y alegrías), con la capacidad constante de aprender a pulirnos como humanos, de crecer con cada experiencia y con cada persona con la que nos topamos en la vida.


En mi experiencia he entendido que una mente amueblada no envejece, porque se vive reinventando de manera constante, porque sus caídas y golpes la reinician, porque ha sabido conectarse con el mundo a través del super poder de la empatía y eso hace que constantemente tenga un nuevo aprendizaje, una nueva versión de si misma mejorada, y precisamente por eso no envejece.


Conozco personas que murieron mentalmente a los 20 años y los entierran a los 70, porque se quedaron en la programación obediente de vivir una vida automática, una vida sin propósito, siguiendo un patrón que no les ajusta. Se olvidaron de soñar, de aprender a escuchar sin juzgar, de conectarse con su mundo interior para conocer quienes son y mostrar al mundo su riqueza humana. Esas personas murieron por caducidad porque se enfocaron en repetir lo que aprendieron, en ser para complacer, en cumplir y quedar bien según el reloj de otros, según el ritmo de los demás y en ese juego murieron en su propia película.

El problema es que siguen vivos, caminan y respiran por inercia y lo reflejan en su actitud. Muchos ladran de dolor porque les aterra encontrarse; su vida es tan triste que la culpa por no haberla aprovechado se traduce en ira, en criticas a los demás, en apariencias, en superficialidades y en comprar con dinero esa paz que solo da la satisfacción de vivir a tu ritmo, de construir tu historia de acuerdo a lo que quieres y te acomoda. Esa paz de aprender a vivir sin complacer peticiones ajenas, de dejar una huella positiva en la vida de los demás porque con tu esencia, con ese paso por la vida desde tu originalidad inspiras a otros a hacer lo mismo. Eso en mi mundo es lo que yo defino como éxito y felicidad.

La suerte es que la mente no envejece cuando la ponemos a funcionar, y nunca es tarde para comenzar. Cuando lo hacemos brillamos con una luz tan impresionante que no la logra ninguna cirugía plástica, ninguna inyección de botox, ninguna producción para vernos más joven físicamente; porque no hay nada más sexy y mágico que la seguridad personal, la confianza de saber que eres suficiente y que naciste con un don que nadie tiene. A esos humanos los admiro porque entendieron el mensaje y vivirán aún después de morir. Leí una frase que me tocó el alma y que se ajusta mucho al tema: “La idea no es vivir para siempre, la idea es crear algo que sí lo haga”, y yo decidí crear una vida que inspire y que deje un mensaje.

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Irremediablemente todos debemos envejecer.
 

¿Qué sentimiento te provocó la frase?
La vida desde su concepción primaria, es traducida como una evolución constante que nos lleva a diferentes cambios físicos, que sumados a nuestras experiencias cotidianas y manejo de las mismas nos colocarán en un rango, que de forma obligatoria todos conocemos linealmente. Va desde la lluvia más grande de halagos por estar en la onda cool, hasta la disminución de los mismos por simplemente tener nuevos intereses personales, que probablemente no coincidan con el resto.

Todos nos debemos a un cambio y no es una imposición con la que muchos se sientan cómodos, entonces me comienzo a preguntar: ¿Qué es ser viejo? ¿Qué envejece el cuerpo o la mente? ¿Por qué le tememos a la vejez? ¿En qué momento empezamos a sentir miedo por estar viejos? ¿A qué edad no hacemos viejos? Y por último y no menos importante ¿Qué tiene que ver este tema con moda?

La palabra viejo responde a dos traducciones apoyadas en el diccionario de la RAE, la primera dice: “Dicho de un ser vivo: de edad avanzada” la segunda que se aleja en todo contexto de la primera cita: “Deslucido, estropeado por el uso”

Comparar estas dos frases sería algo que probablemente lacere la integridad emocional de muchos, pero para nadie es un misterio que muchas veces cambiamos las traducciones y de forma inconsciente, hacemos sentir a los referendos con nuestra actitud la justa frase. De hecho, soy capaz de sumar que sin importar el término de edad simplemente has estado en espacios en donde la traducción puede que no se apegue de forma literal, pero si te sientes fuera de pieza, si no es así igual sigue leyendo. El temor al envejecimiento es un tema cultural compensado por el pensamiento de que lo peor que te puede pasar no tiene que ser necesariamente la muerte. Los jóvenes tienden a tener especial temor a la vejez porque no la conocen de cierta manera y entiendo que lo que se entiende como viejo se aísla en ciertos casos, por no saber manejar el contexto de lo que nadie le ha explicado.

“Envejecen ciertos elementos orgánicos que tiene que ver de alguna manera con la mente, sin embargo es bueno aclarar que la mente no es lo mismo que el cerebro, el cerebro es la parte orgánica, pero es error de alguna manera equipararlos o lograr generalizar”.

¿A qué edad nos hacemos viejos?
Lo primero que debemos entender antes de hacer esta pregunta es que la respuesta de la misma puede estar condicionada por términos geográficos, culturales, condiciones de vida, religiosas, integración social y formatos incluso políticos. Este artículo nace porque he notado en mi entorno como las mujeres prefieren, por una mala inyección de información, eludir sus datos de edad e incluso les resultar ofensiva la pregunta; que en cualquier caso es respetable apelando a su sensibilidad. Sin embargo no es una irregularidad en la que solo participan mujeres y es que para muchos hombres también es aparentemente atractivo reducir su experiencia.

Y es que le resultaría un chiste a la mayoría saber que por una extraña razón un colectivo social puede ser definido con rasgos muy claros de una fobia que es reconocida como “gerascofobia” que no es más que un sentimiento irracional de miedo al envejecimiento, este padecimiento va desde una escala muy baja e inofensiva hasta una increíblemente agresiva que lleva al paciente a divorciar su físico y ajustarlo a sus pretensiones.

Es una pregunta que los de sesenta se hacen y que los que vamos camino a los treinta nos empezamos a hacer. Porque si bien nos miran como si estuviésemos en la flor de la juventud también traemos tras los talones a otros que, con la sed de comerse el mundo sin hacer turnos, van sentando a todos aquellos pasados de veinticinco, guiados por los conceptos comerciales que para nada cooperan con este rango de edad, que bien pueden ser etiquetados como viejo por este mismo hecho. -No es que nos llamen viejos, pero somos los padres de los FRESH, en el comercial cuando bien pudiera ser su hermano, visualmente se entrega un mensaje y ¡Vòila! Inicia la dicotomía.

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Pasados los veinticinco con una idea estrujada de cómo nos vemos realmente, obligados y sin opción; caminamos a los treinta con esa extraña incertidumbre de no saber qué tiempo nos queda. Las expectativas de los padres, personales, sociales; porque entre la idea de asumirnos seres independientes, competimos con la idea de que debemos adoptar una actitud más madura, formal, idea que honestamente continúo buscando poder respaldar con algún documento de ética social, pero no lo logro. Entonces esto es lo que da inicio a pensar que el concepto de la edad está ligeramente divorciado de lo que está actualmente pasando, en definitiva, la concepción de mirarnos a nosotros mismo como un número que de referencia cantidad y no a calidad comienza a desvirtualizar la idea de vivir los años, no los años vivirnos.

Ya que para poder empezar hablar de este tema y buscar la vertiente social debemos ser objetivos con la raíz del problema, esa preocupación que se nos empezó a generar hace años viene movida de forma inconsciente por la forma y a través de quienes nos presentan lo que consumimos. Sumado a esa lucha contra la discriminación de la edad en los diferentes sectores, seccionaría la pregunta en dos partes; y a su vez de cierta manera se suman complejos misóginos al mismo contexto dando referendos objetivos de forma individual y no de carácter colectivo como se esperaría, con escalas argumentativas que pueden citar temas de resistencia e incluso sexual. Formalmente para muchos las mujeres tienden a estrenar primero la etiqueta de caducidad que los hombres y menciono caducidad, pues si bien es cierto desde muy temprana edad nos han dejado bastante claro a todos que venimos con cierta fecha de caducidad integrada, sin importar que tan bien este el envase e incluso la misma mercancía personificando quienes somos teóricamente después del paso de cierto rango, empezamos a ser etiquetados con el apelativo viejo o adulto.

Socialmente existe un marco al que todos somos vulnerables y entiendo respondemos al mismo de forma psicológica, traspolando en una idea prestada y fundada en comentarios que poco tienen que ver con el estado en que nos encontramos actualmente. Entiendo que se puede llamar vieja a una persona cercana a la tasa de mortalidad en su entorno y siquiera en ese sentido encuentro apego a la razón, ya que aquel que logra superar lo que supone como límite no debería ser de alguna manera ser compensado al menos con admiración. Esa idea de arreglarnos para que nos consuman y nos evalúen, esa pérdida de atención personal porque te enfocaste en el trabajo, en la familia, en que no sabes que usar, no comprendes que quieres proyectar, si no habías escuchado la teoría, la idea o la pregunta anterior, súmala a tu lista de dudas y respuesta, el camino a la compresión de este artículo será mucho más fácil.

Es vital entender que lo que siempre se vestirá será el cuerpo, jamás se vestirá la esencia como tal que envuelve y describe a cada ser como especial e individual.

La moda por su parte apoya la funcionalidad y demás está decir que los seres humanos nos manejamos cabalmente detrás de absolución de nuestras necesidades y entendiendo que en la imagen no existe nada bueno ni malo, nos firma la carta de constancia que todo encuentro entre la imagen y proyección de forma coincidente es válido. Invito a sin ningún tipo de complejos, explorar cuánto quiere proyectar e intentar lograrlo con piezas que respondan a su necesidad.

Sería de poco inteligente sentir complejos de lo vivido y sumado a ello no reconocer nuestra tasa de mortalidad en calidad de punto comparativo para de cierta manera poder reírse en la cara del inculto que le llame viejo.

El término viejo pronto saldrá de nuestro vocabulario asociándolo a los rangos de edad con los que erróneamente están asociados que van desde los 35-40 como etapa de inicio. Sin embargo no con gran escala de respaldo como en el caso que pueden verse, como en el caso de la mayoría de hombres y mujeres dentro de esa escala que no viven en países en donde la tasa de mortalidad son 50 años.

El mundo está cambiando y aceptarlo solo es cuestión de tiempo, la flor de su vida inicia cuando se despoja de la maleza de su siembra y disfruta a plenitud la consciencia de lo que ha trabajado, en pro de lo que desea vivir y no veo válido limitar el tiempo de probable trabajo y disfrute por algo tan simbólico como la edad que solo es referendo para aquel que no vive los años sino los años a él. Un término que se pondrá sin duda de moda es maduro con o sin curvas, con o sin músculos ¿Te aceptas como una persona madura?